Introduccion a las TCI
¿Quién no ha escuchado hablar de Psicofonías y Psicoimágenes?. Para aquel que no haya escuchado hablar de estas técnicas de Transcomunicación a grandes rasgos puedo decir que sería la forma de recoger y grabar un sonido o una imagen (digamos del más allá) con aparatos e instrumentos electrónicos como magnetofones y vídeo cámaras donde el soporte es una cinta magnética a la que posteriormente filtrada, tratada, amplificada, fragmentada y escuchada o visionada pueden aparecer elementos reconocibles por los seres humanos que atribuyen a sonidos de ultratumbas o imágenes de manchas parecidas a rostros humanoides, extraterrestres, o lo que mejor parezca.
Ni que decir tiene que estas técnicas son muy sencillas, fácil de obtener magníficos resultados utilizando un simple magnetofón con un micrófono conectado y retirado del propio aparato, para evitar grabar los ruidos del propio motor, una cinta de casete virgen y a ser posible, experimentar en lugares silenciosos. Al final de una sesión psicofónica se puede tener resultados sorprendentes en cuanto a lo que ha quedado grabado en dicha cinta magnética. Puede ocurrir también que no se obtenga ningún resultado durante algunas sesiones y esto le decepcione y desanime.
Durante una sesión una exposición de las conclusiones a dichas imágenes y resultados por lo que se mantuvo una extensa charla que posteriormente seguimos en el Real Circulo de Labradores de Sevilla donde se hizo una Mesa Redonda referida a este mismo tema.
Partiendo de la base de experiencias y experimentos, además de estudiar detenidamente los magníficos resultados obtenidos y expuestos por D. Alfonso Galeano en una página Web de Internet y en varias revistas especializadas, estas Psicoimágenes (con el máximo respeto hacia este Señor), solo son el resultado de interferencias fotónicas no sincronizadas captadas por la retroalimentación y el efecto de espejamiento que se produce al alinear angularmente una videocámara frente a un receptor de televisión y estos a su vez alimentados por una fuente o foco de luz externa e incidente sobre la pantalla. (Más adelante lo explico).
Aunque estos electrodomésticos anteriormente citados por sus cualidades y características técnicamente son compatibles entre sí, se comportan de diferente modo en el tratamiento de imágenes por su desarrollo y tecnología, tengo que reseñar que los elementos ópticos, circuitos y componentes anexos montados para captar la sensibilidad luminosa desarrollada en el receptor de una videocámara, ya sea "saticóm, vidicóm o CCD", son más perceptibles y sensibles que el propio ojo humano, llegando estos elementos a captar perfectamente la información luminosa inferior al espectro de lo visible dentro de la gama del infrarrojo.
La televisión y sus principios están basados en el defecto del sentido de la vista, el cual no está desarrollado para obtener respuestas de imágenes lineales o puntuales de luz y color por lo que este reacciona a la suma de todos estos elementos cromáticos y luminosos juntos. Posteriormente el cerebro se encargará de modificar y traducir estos efectos luminosos para que sean coherentes a nosotros mismos.
Básicamente el comportamiento electrónico de un receptor de televisión, está diseñado para la recepción a través de una antena o un emisor directo de una señal tratada de radio frecuencia, esta una vez defragmentada, dividida, batida y amplificada, es tratada de forma lineal en impulsos eléctricos, sincronizados por una información que línea a línea introduce la propia emisora para que todas las que aparezcan en nuestros receptores coincidan y tengan en conjunto una coherencia visual.
En el sistema de transmisión PAL 625 líneas trazadas horizontalmente, "como si estuviera escribiendo en un cuaderno", en una consecución de líneas impares para posteriormente entrelazar las pares, conforman una imagen de 1 segundo de recepción a una frecuencia de líneas de 15250 hertzios por segundo. A su vez el sincronismo vertical desarrolla y ejecuta secuencialmente 25 fotogramas a una frecuencia de 50 hertzios para así obtener el movimiento de una imagen, por ejemplo de una película. Una sola línea o trazo tiene la duración de 64 microsegundos y una imagen sería el equivalente a un tren muy largo de 312,5 vagones que circulara por vías impares con las ventanas iluminadas cada una con un color o distintas tonalidades de grises según utilice color o blanco y negro respectivamente.
Este resultado, sumado a las 312,5 líneas pares restantes sincronizadas y entrelazadas en un espacio tan corto de tiempo, las interpreta el ojo humano como una escena en movimiento de una imagen, nunca como paquetes lineales entrelazados de puntos de luz. A su vez el tiempo desde que reacciona un pixel o punto del fósforo de la máscara de la pantalla del televisor, hasta que se extingue es de un tiempo inferior a 64 microsegundos, pero con la reacción inmediata al siguiente trazado, no da tiempo al ojo ni al cerebro a detectar ese apagado, ya que reaccionan más lentamente a este estímulo luminoso.
Desde que en el cátodo de un Tubo de Rayos Catódicos comienza la emisión de un haz o chorro de electrones, estos son acelerados, enfocados y desviados con tal precisión que después de atravesar un campo magnético de deflexión se dirigen linealmente a puntos concretos en la máscara de fósforo de la pantalla donde colisiona.
Esta colisión hace que se encienda y reaccione el fósforo obteniendo así un punto luminoso de una imagen o "PIXEL".
Esta explicación anterior nos hace deducir que cuando obtenemos una Psicoimagen, por su tratamiento, estamos frenando las fracciones de imágenes por un espacio de tiempo indefinido, por lo que el tren al que hacia mención en el apartado anterior lo detenemos en una vía muerta durante todo el tiempo que nosotros queramos, observando en todos los vagones (625) cada una de las ventanas en un espacio de tiempo superior a un segundo y en el cual el fósforo de la pantalla o pixel reacciona individualmente manteniendo su estado y en conjunto un mosaico de puntos luminosos traducidos visualmente como una imagen congelada.
Según los experimentos realizados por D. Alfonso Galeano con las técnicas T.C.I., los elementos básicos e imprescindibles para obtener unos resultados óptimos de Psicoimágenes son:
Tener un receptor de televisión de 14", a ser posible monocromático o blanco y negro (mis experiencias han sido con un televisor de 25" en color), una videocámara con prestaciones casi profesionales (yo he utilizado una videocámara convencional con las prestaciones más usuales posibles) y una fuente de luz que puede ser desde tungsteno o filamentos a las más sofisticadas como ultravioleta o infrarroja, pasando por lámparas de gas y filamentos de cuarzo estroboscópicas con la posibilidad de alterar el tiempo cíclico del pulso de flash (yo solo utilicé dos fuentes distintas de luz, una lampara de filamentos de tungsteno de 60 watios con una temperatura de 3200º kelvin a 50 hertzios por segundo y posteriormente una lampara fluorescente de luz continua de 25 watios y 3600º kelvin con una frecuencia de trabajo de 50 hertzios por segundo. Reseño la temperatura de color de las fuentes luminosas utilizadas en grados kelvin porque la máscara de fósforo de la pantalla del televisor los interpreta y reacciona a dichas temperaturas de distintas formas).
Si utilizamos una fuente de luz externa e incidente sobre un tubo de rayos catódicos, los pixels del fósforo de la máscara del TRC reaccionan por simpatía fotosensible asincronamente como consecuencia de la excitación provocada por dicho foco. Estos resultados de lectura dejan de ser sincrónicos y coherentes para el funcionamiento normal de un receptor de televisión como consecuencia del desequilibrio entre la fuente de luz, la pantalla y la videocámara.
Estas consecuencias se han podido medir montando un osciloscopio al circuito detector de vídeo y al circuito separador de audio. Se ha intentado detectar los impulsos de salva y sincronismos que están presentes en cualquier transmisión o ejecución de una imagen electrónica y estas quedan totalmente deformadas e incoherentes, por lo que deduzco que las imágenes obtenidas son totalmente arbitrarias y desprovistas de información esencial para poder obtener a la vez señales de audio y vídeo, ya que no existe una señal codificada y sincronizada de emisora para poder ser separada, tratada y ver una imagen u oír algún sonido coherente. Solo quedan presente fluctuaciones cíclicas a la frecuencia de la lampara a 50 ciclos por segundo que coinciden en el periodo positivo con los niveles blanco y durante el nodo negativo con los de negro (el nodo negativo para entenderlo mejor sería el que corresponde al nivel cero de tensión, no al más negativo).
Los osciladores internos del televisor y de la videocámara, ejecutan un sincronismo automático que no coincide con la frecuencia de trabajo de la fuente luminosa externa que estamos utilizando, la excitación de los fósforos o pixels adyacentes al punto donde incide exteriormente la fuente de luz sobre la pantalla del TRC entran en reacción por simpatía debido a la retroalimentación o efecto de espejamiento existente entre la videocámara y la pantalla del televisor, provocando unas manchas luminosas que crecen exponencialmente hasta saturar los circuitos limitadores de corriente de haz, al llegar a este punto dichos limitadores o protectores de pantalla, ejecutan un desvanecimiento automático de dicha información de intensidad luminosa de corriente de haz, apagando o reduciendo dicho nivel de intensidad rítmicamente (fogonazos o flashes) que aparecen en la pantalla para evitar un aumento peligroso en el consumo de corriente de muy alta tensión presente en todos los TRC y que alcanzan los 25000 voltios, con el consiguiente deterioro en circuitos internos del aparato y del mismo tubo de imagen o TRC.
A su vez, la videocámara reacciona de una forma similar en cuanto a protección como el televisor para evitar un deterioro irreversible en los receptores de luz CCD, saticóm, vidicóm y los circuitos implicados, por lo que sus filtros electrónicos internos frenan los destellos y fogonazos dejando solo el paso de halos controlados en intensidad con distintos niveles y desarrollos luminosos. El resultado es que estas fracciones de luz no reaccionan, igual en brillo, contraste y saturación en todos los puntos iluminados, dando así una sensación visual de nubes o brumas luminosas crecientes o decrecientes que recorren parte de la pantalla del televisor a la frecuencia de 50 hertzios por segundo, que es como está fluctuando el foco luminoso externo e incidente en el TRC, aunque nosotros visualmente no lo detectemos.
Cuando se habla de conseguir una estabilidad luminosa en los resultados obtenidos en los experimentos de las T.C.I., no es que estemos controlando el sincronismo activo entre los aparatos, solo estamos reduciendo el ángulo de incidencia entre el foco de luz, los reflejos del televisor y la propia recepción de la videocámara por lo que la cantidad de pixels encuadrados dentro del campo visual quedan reducidos con el zoom y estos no son suficientes para poder reaccionar a las fluctuaciones de la frecuencia de trabajo del foco de luz exterior.
Una fluctuación rítmica de una T.C.I., pasa de claro a oscuro alternativamente, provocando ondas secuenciales mas o menos lentas y rítmicas, el oscilograma de la información de vídeo escaneada que aparece en el osciloscopio es el equivalente a una deteriorada sinusoide cíclica a ritmo de 50 ciclos, la frecuencia de la corriente alterna de la cual se alimenta la fuente de luz externa en cuestión.
Durante todo este proceso la videocámara está grabando los resultados de las interferencias luminosas en un espacio de tiempo que puede detenerse a voluntad del operador de estos aparatos, las imágenes obtenidas son pasadas posteriormente fotograma a fotograma por lo que podemos percibir y recrear cualquier formación que parezca extraña o tenga formas mas o menos traducibles a lo que estemos buscando por lo que conseguimos observar detalles con formas faciales, humanoides, fantasmales, arquitectónicas o las que nuestra imaginación quiera interpretar dentro de un conjunto de manchas salpicadas claras y oscuras que llenan toda la pantalla del TRC.
En estas interferencias luminosas se da a menudo que partiendo de una sombra o punto de luz determinado, haya unas repeticiones o progresiones fractales, es decir, unas repeticiones matemáticas y clónicas de elementos luminosos que pueden estar implícitos, ampliados y a su vez ser un pequeño o gran detalle dentro de otro, atendiendo según los investigadores de las T.C.I. a las Constantes de Feigenbaum.
Estas clonaciones luminosas o repeticiones fractales, según mis propias experiencias son coincidentes y directamente proporcionales al zoom, (nivel de ampliación), número de lentes que utilice el objetivo de la cámara y nivel de ángulo que esté utilizando la videocámara con respecto a la pantalla de televisión.
A modo de ejemplo práctico indico el resultado de hacer una fotografía o un vídeo donde oblicuamente penetre un punto de luz reconocible, (por ejemplo el sol), este foco de luz será repetido, clonado, ampliado o reducido fractalmente atendiendo a las proporciones anteriormente citadas y reproducidos en los soportes utilizados en la cámara fotográfica o videocámara.
¿A quién no le ha ocurrido este efecto alguna vez en una fotografía o en un vídeo al atardecer...?, ver una serie de manchas luminosas idénticas alineadas de una punta a otra de una foto y que a veces por coincidencia de repetición de la fuente luminosa aparece como un ojo de gato dentro de otro repetido fractalmente..., yo particularmente este tipo de imágenes nunca las podré atribuir al MAS ALLA, sino a efectos ópticos de espejamientos impresos en una instantánea.
"Si pasa una nube por delante de nosotros la grabamos con una videocámara y posteriormente las visualizamos foto a foto, obtendremos una serie de imágenes fijas con un volumen y forma que nosotros podemos interpretar, de igual manera que los dibujos de manchas de tinta que utilizan los Médicos Psiquiatras, con los cuales y según nuestro propio estado anímico o psíquico observaremos e interpretaremos distintos objetos y formas".
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