Desde la antiguedad se ha utilizado sal en rituales mágicos y esotéricos, empleando dicho elemento como agente purificador y disipador de energías negativas.
La costumbre de arrojar un puñado de sal sobre el hombro izquierdo para prevenir la mala suerte se conoce desde tiempos antiguos y se basa en la creencia de que si algún ente maligno se encuentra cerca de nosotros, se posa detrás de nuestro lado izquierdo, por lo que al arrojar sal sobre nuestro hombro se ahuyentaría a estos malos espíritus que estarían hacechando para cometer alguna maldad. También es ampliamente conocida la costumbre de purificar ambientes dispersando sal por sus esquinas, repeliendo así a las energías negativas.
En todos los rituales en los que se invocan espíritus, se traza un círculo mágico con sal, en el que la persona permanece protegida, dado que se sabe que las entidades negativas no pueden atravesar un círculo trazado con sal, y, para ahuyentar a un espíritu, basta arrojarle un puñado de sal para que éste desaparezca.
El poder de la sal viene de su pureza y de su estructura cristalina. Para el uso de sal con fines mágicos se deberá contar con sal de origen natural, sal de mar o sal de roca, no sal de cocina, porque ella viene yodurada, por lo que no sería una sal de absoluta pureza, sin embargo, en casos de emergencia, esta sal también es útil.
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