martes, 11 de octubre de 2011

Tulpa

El tulpa es una supuesta entidad mágica creada con el pensamiento, según el vajrayāna y, más concretamente, el budismo tibetano. Para los yoguis tibetanos, la formación de tulpas es parte del proceso místico de aprendizaje, mientras que la para la ciencia moderna es fruto de la mera sugestión.

El tulpa es una construcción mental, un ente místico creado por un acto de la imaginación y de la voluntad, que adquiere consistencia física.

Es como un fantasma o ectoplasma formado por un monje o iniciado después de una larga meditación. No es una simple visión, sino un fenómeno dotado de consistencia física, que es capaz incluso de emitir olores y sonidos, entre otras cosas. Puede tomar la forma de un animal, un objeto, un edificio, un paisaje o un ser humano.

Según los lamas tibetanos, esto es posible porque el mundo, el universo entero, es una simple visión mental y, por lo tanto, no hay ningún fenómeno que no exista si no es concebido por el espíritu humano.

Para crear un tulpa sería necesario tener una mente disciplinada, dada al aislamiento, y contar con la ayuda de ciertos rituales que permitan la materialización de las ondas mentales. No obstante, a diferencia del espiritismo occidental, las sesiones durante las cuales nacen los tulpas pueden realizarse a pleno sol y no tienen ninguna necesidad de la presencia de un médium en trance.2

Según la creencia, al hacerlo, este ser se hace visible a otras personas, llegando incluso a adquirir voluntad propia. Por lo general, estas proyecciones mentales tendrían una vida corta. Lo normal es que se deteriorasen casi inmediatamente después de ser creadas, sin dejar una impronta profunda en la materia mental que penetrase en el plano físico.

Sin embargo, si el pensamiento fuese particularmente intenso, producto de una pasión o de un temor profundos, o si tuviera una duración larga y hubiese sido objeto de prolongada meditación, la onda de pensamiento transformaría la materia mental en una forma más permanente, que tendría una vida más larga e intensa. A través de una fuerte creencia y visualización, el ente va aumentando su poder a medida que más gente cree en su existencia.

Una vez que los tulpas empiezan a existir por cuenta propia, sin que quienes los crearon controlen cuándo aparecen y cuándo desaparecen, se supone que dejan de ser imaginarios y ya no son tan fáciles de controlar o de eliminar.

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